Dicen las malas
lenguas que Sancho Panza, tras el óbito de su amo, se sumió en una profunda
depresión con evidentes trastornos somáticos y múltiples disfunciones
orgánicas.
Encerrado en la sacristía de la iglesia del pueblo de cuyo nombre no
logro acordarme, se bebió dos cueros del dulce néctar
predestinado a la consagración eucarística y, en una fantástica pirueta
espacio-temporal, escapó de su maniqueísmo determinista malo-maldito y fue a
parar misteriosamente al Globe Theatre
de la ciudad de Londres, dando con sus huesos en una tragedia que allí se
representaba. En el acto se enamoró de la voluble protagonista, Desdémona, que andaba
coqueteando con mucho desdén en la anegada Venecia. Antes de finalizar la obra, Sancho –Mr.
Bacon para los británicos– hubo de salir por pies, haciendo mutis por el foro,
como lo hiciera en su momento de la efímera y fantástica ínsula, dado que el
celoso y proceloso marido, Otelo, malaconsejado por el malhadado Yago lo
buscaba para ajustar cuentas, apretarle los machos y el gaznate. Shakespeare no
quiso acogerlo como personaje de sus obras ya que el fiel escudero quijotesco
no había estudiado en un colegio bilingüe y su currículum carecía de los
créditos suficientes; más bien tenía muchos descréditos.
Doña Teresa Panza,
enterada de los devaneos de su despendolado consorte, quiso arruinarle su
inmortal existencia literaria contratando los ominosos servicios litigantes de
un abogado matrimonialista a la par que, una vez descubierto también su don de
ubicuidad temporal, decidió acudir a los paupérrimos programas televisivos de Tele-cínico
para evidenciar el abandono conyugal de su pareja y participar como jurado en
concursos mediáticos, dada su habilidad para quedarse con la boca abierta como
grandílocua papamoscas.
Sancho, tras numerosos
viajes interiores –con la inestimable ayuda de los derivados del cáñamo y el
patrocinio de Lexatin 1.5– logró salir a flote en un plató de cine donde se
rodaban escenas de Torrente 6. Inmediatamente fue contratado como doble del
protagonista dado su parecido físico-intelectual.
Las últimas noticias apuntan
a que Sancho Pe –ahora se hace llamar así– se ha amancebado con la Princesa del
pueblo (pueblo aborregado, como el cielo en algunas ocasiones) y ambos amenazan
con publicar sus sentimentales memorias.
Creo que Sancho Pe debería escribir sus sentimentales memorias para degustación general y premio consuelo de tanto malavenido jubilado,estudiante sin montura,caballero perdido tras espejo de andanzas y romántico desposeído hasta de musa.Todo dicho en consentido masculino para no escandalizar florines literarios,no vaya a ser que con mal arte de cuerdas siderales,sin querer,décon crepúsculos en similares universos Stephenianos.Albricias!!!
ResponderEliminarGracias por tu visita, Analía. Siempre es grato leerte. Tengo que pasarme por tu blog, que con los líos de la Antología ando un poco perdido. (Cuando te lleguen los dos ejemplares que te he enviado, me avisas...)
ResponderEliminarGracias por tu visita, Analía. Siempre es grato leerte. Tengo que pasarme por tu blog, que con los líos de la Antología ando un poco perdido. (Cuando te lleguen los dos ejemplares que te he enviado, me avisas...)
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