Sandra Sánchez
acaba de publicar su primer poemario: una
manzana en la nevera, en la Editorial Piediciones. Un libro esperado por
muchos de sus seguidores en la red, a los que nos tiene acostumbrados a leer
sus trabajos asiduamente, compartiendo emociones, sentimientos, su lógica
poética y una visión personal de la realidad.
Sandra tiene
una característica especial en sus ojos que me trae a la memoria el poder de Cíclope –uno de los X-Men más famosos de la historia del cómic–. En lugar de absorber
la energía del sol para formar rayos de una enorme fuerza destructiva, nuestra
heroína retiene en su mirada el poder de la palabra y lo transforma en
paradojas semánticas, binomios fantásticos o metáforas narrativas –nada
destructivos, por cierto–:
ANTROPO-FAGIA
En un rincón
oscuro
de aquel bar
de mala muerte
te comí la
boca:
tu lengua poco
hecha;
los labios, al
punto.
MALENTENDIDO
Me pediste
besos
hasta que te
quemaran mis labios.
Te di versos
hasta que me
abrasó tu lengua.
GAMEOVER
Con la mitad
de la energía consumida
he subido otro
nivel.
A ver si ahora
soy capaz
de saber de
qué va el juego éste
–al fin–
en el que sólo
hay una via.
FÓSFOROS
Agotado, al
fin, el fuego
sólo queda la
ceniza.
Apenas un hilo
negro
que un segundo
antes
daba luz.
Somos fósforos
que un día
se prendieron
uno al otro.
Y ya no
ardemos.
Además, nuestra
autora, posee una energía extrasensorial kryptoniana similar a la de Superwoman, ya que es capaz de moverse a
la vez por distintos planos –ficción y realidad–, navegar por universos
paralelos –mundos interiores o extracorpóreos– y transformar la realidad con
fines eminentemente líricos:
POEMA
MUY BREVE
Al cabo de unos pocos versos
el punto y final;
como la vida misma,
que es toda ella un poema,
y nunca rima.
PERRA
VIDA
No es miedo a que la Vida me muerda,
es miedo a que me muerda
y yo no sangre.
DESPEDIDA
“No hagas de esto un mundo”
–dijo mirándome a la cara–
sin percatarse siquiera
un solo instante,
de que entre sus ojos y los míos
yo
había construido hacía ya mucho,
una galaxia.
LLUVIA
Hoy
luce la lluvia
en los paraguas
y en los faros de los coches.
Pega sus gotas a los escaparates
y a los cristales de las gafas.
Estanca el hastío de los oficinistas.
Riega la tristeza de la gente triste.
Hoy
luce la lluvia
desde bien temprano,
como si quisiera madrugar
para quitarle su sitio al sol.
Vamos cabizbajos
con la lluvia puesta todo el día
y ya se cuela por la suela del zapato.
Luce radiante, hoy, la lluvia
y a mí me gusta,
porque puedo llorar sin que se note.
HORIZONTE
VERTICAL
La línea que se junta
entre estas dos paredes,
no es más que un horizonte,
vertical, que señala
los puntos cardinales
de mi pequeño cosmos,
donde una exigua luz
apenas balbucea
y la marchita lámpara
menoscaba y achica
el sol de su bombilla.
Mi mundo es un espacio
finito y cuadrilongo
adosado a otros mundos;
encarcelados todos
en una caja gris.
Y una pequeña araña
que cuelga de su tela
me apunta con tibieza
que en este mundo diminuto
reducto, yo también soy para ella
un dios universal.
Sandra Sánchez
nos ofrece en sus textos una perspectiva personal de la poesía, actual y
comprometida, que no necesita de efectos especiales ni fantásticos. No es
poesía para superhéroes, sino para espíritus sensibles y reflexivamente comprometidos.
Esta es su visión de la creación poética:
PATITOS
FEOS
Camino por la calle y encuentro sílabas
(otros suman matrículas de coches)
y acompaña al tanteo el movimiento de
mis dedos.
Intento que mis palabras encajen en esos
versos,
que se amolden a sus huecos, que sean
fichas de ese puzle que, poco a poco,
voy construyendo.
Rara vez al cerrar y darle vueltas
me encuentro satisfecha del trabajo:
siento como si hubiera echado mal todas
las cuentas.
Escribo versos malos, ni siquiera
tienen arte ni métrica correcta.
Luego pienso que son míos y es cuando
los quiero,
como quieren las madres a sus hijos
aunque les salgan feos.
Si tuviera que encuadrar su poesía
dentro del mundo del cómic, lo haría pensando en una obra de Alejandro
Jodorowsky y François Boucq basada en un personaje llamado “Cara de Luna”, un ser misterioso y sencillo
que, con su sola presencia, es capaz de transformar la realidad que nos rodea para
crear un nuevo mundo lejos de la tradición y del desaliento cotidiano. Bienvenida, Sandra
Sánchez –Cara de Luna–, te seguiremos incondicionalmente.
Dejo aquí algunos de los momentos más
destacados de su obra, además de los citados anteriormente, según mi criterio –basado en la admiración–:
SEIS
LETRAS
Regálame un “quizás”,
déjalo en el torno de mi entrada.
Tienes el poder de la alquimia
y todo lo que tocas con tus ojos
florece aunque sea invierno.
Regálame un “quizás”,
te pido sólo esa media docena
de letras mágicas
que son el abracadabra de todas las
cuevas
llenas de desesperanza.
Pronúncialo despacio (me gusta pensar
en esa “ese” de mi nombre entre tus
dientes)
que salga de tu boca como una brisa
suave.
Pronúncialo despacio…
que nadie dude de tu palabra,
que nadie piense que un “quizás” tuyo
es poca cosa.
Mas
si tuvieras intención de regalármelo
y ya no te quedaran,
concédeme entonces un “tal vez”,
que es asimismo un clavo ardiendo
y también tiene seis letras.
CERTEZA
Que los muertos están vivos
(o viceversa)
ni lo dudes.
Teclean quinientas pulsaciones por
minuto
en oficinas,
esperan pacientes en la cola
del paro,
calculan números imposibles para pagarse
la hipoteca,
se desprenden de su dignidad en el
despacho
de un banco…
(aparte de otras cosas más propias de
seres grises
y carne mortecina).
Que los muertos están vivos
(o viceversa)
no lo dudo.
Nacemos,
y ya nos cambian las placenta por
mortaja.
BAJO
LA LLUVIA
Una paloma inmóvil en el medio
de la calle, quieta y muda, esponja su
plumaje.
Gota a gota se cala hasta los huesos
del poco tiempo que le queda.
Inútil, hace ademán de alzar el vuelo.
No puede…
Pesa más la muerte
que sus alas.
Espero que una manzana en la nevera sea la primera de las frutas con las que
nos deleite Sandra Sánchez en adelante. Y supongo que su nevera lírica estará
llena de nuevas y deliciosas piezas.