Sonrisas
y besos suficientes, de Blanca Uriarte. Ed. Rilke,
2017.
Blanca Uriarte
ha publicado recientemente su séptimo libro de poemas titulado Sonrisas y besos suficientes. Abrir este
poemario es descubrir un espíritu sensible recapacitando sobre la existencia, sobre
el paso del tiempo, sobre el ser humano... Es una ventana abierta donde podemos
ver a un yo poético que recuerda vivencias, que analiza los defectos de una
sociedad desgastada y que da un repaso a hechos, conceptos y actitudes que
pasan desapercibidas en el monótono día a día, salvo para la mirada observadora
de una poeta.
Mediante un
sencillo formato estrófico –lejos de barroquismos o de adornos innecesarios–,
como en anteriores obras, Blanca Uriarte nos ofrece sus breves sentencias como
pequeños elixires y comparte con nosotros su inquietud en versos cortos,
rápidos, con el único adorno de unas palabras marcadas en negrita, que nos animan
a acompañarla en su reflexión.
Transcribo
aquí el primer poema que abre el libro, una declaración de intenciones:
Ni yo misma adivino
en mis palabras
de "a diario",
un atisbo de poema.
Y sin embargo a veces,
mi voz se tumba
sobre la vida,
calla,
hurga hacia dentro
y al hallar,
sale cantando
lo que nunca dijo,
lo que nunca pensé
que ella sabría.
Con su mirada en mis manos,
escribimos...
Copio dos
piezas de carácter reflexivo sobre la vida, el pasado y el olvido:
Nosotros,
–que nos comíamos la vida
a dentelladas,
que pensábamos
que era nuestra
y nuestro derecho,
a pesar del dolor ajeno
que dolía
(en exponencial reducto ) –,
hoy vamos viendo
que cada día
se va un ser querido,
que la vida
no era nuestra
y que no le interesa una lágrima
que no expanda el firmamento ... ;
que es sabia la cana
que ya aprendió a estar
–humilde y real–
en los extremos.
Sin trucos ni malabares,
saber vivir
y saber morir ...
Nada más.
Todo
fue siempre
así de sencillo...
***
No hay duplicidad de vida
para corregir lo vivido.
Sólo queda
el
alivio del olvido.
Los recuerdos
de infancia son una excusa para recapacitar sobre cuestiones personales:
La humilde casa
de mis padres
nunca cenó la puerta
al necesitado,
su fuego siempre
fue amigo.
Hoy,
me protejo de todo
y empiezo
a temer mi miedo,
a que alguien me robe
el bienestar
del que dispongo
–por trabajo propio
y en un sistema inhumano–.
Además el capital quiere
que, adiestrada para su ejército,
vea normal y lógica
la sinrazón
que ya engendró
mil guerras.
Vivo asustada de mí
y la posibilidad de mi duda ...
Yo, antes
–sobre todo,
ante todo–,
era buena persona...
En algunos momentos, Blanca Uriarte
utiliza su poesía como arma arrojadiza:
África no interesa.
No hay conciencia
que pueda aguantar
cada golpe de boomerang
–por la responsabilidad
en su desgracia–,
el interés
en que se mantenga
rota
(para ultimar el saqueo
que sostiene
los deshechos del
–mal llamado–
primer mundo).
Y finalizo
esta breve antología con un poema que me ha llamado la atención por su carácter
inconformista, porque representa la pugna inteligente contra lo impuesto y alza
la voz en favor del individuo, frente a la rutina social.
Si la historia escribe
con tinta de ganadores
y sobre papel vencido...
Déjame al menos
marcar
una interrogación pausada
sobre mis libros de texto,
sobre las ideas del mundo,
sobre los estereotipos
que pululan incansables
tras mi duda.
Déjame
al menos
pensar
que, aunque vencida,
puedo escribir la mía.