viernes, 30 de junio de 2017

«¿De dónde esta manía de ser pájaro?» Poemario de Cristina Requejo


¿De dónde esta manía de ser pájaro?, de Cristina Requejo, es un libro-jaula de poemas-pájaro que vuelan al ser leídos para posarse sobre las ramas del lector. Desde allí, podrán iniciar una Trayectoria de vuelo (título de la primera parte del libro) hacia el país de los sentimientos o a la isla de los recuerdos y de los anhelos; aunque, tal vez, recalen en las lagunas de la reflexión o se dirijan Hacia otras latitudes (título de la segunda parte del libro).

En el país de los sentimientos encontramos muchos de los poemas de amor y desamor que hienden las hojas del libro. Se trata de un amor lleno de entrega, de deseo:

Nací para quererte, un día cualquiera,
en una de esas horas raras y desprotegidas
que dan sentido al tiempo
que transcurre entre lluvia que no cesa
y que revienta por dentro
las raíces moradas del olvido.
(En “NACÍ PARA QUERERTE”)

     *****

OFRENDA

Cuando apareces,
un espasmo de vida
agita mis ganas,
y mis manos se abren,
entregándotelas,
sin preguntarse
qué vas a hacer con ellas.

     *****

Dejo que me juegues,
que me conviertas en hierba humedecida
cuando tu lengua tropieza en la anarquía de mi cuerpo,
tan tuyo a veces, y tan promiscuo en su misterio.
(En “CUANDO ME JUEGAS”)

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La noche cumplirá su promesa
con prisa derrotada,
alargando sus horas
para que prolonguemos
este incendio que somos
(ahora)
antes de que nos atraviese el hielo.
(En “CELEBRACIÓN”)

Pero esta tierra del sentimiento también alberga poemas donde el desafecto, la rutina o la ausencia de cariño se hacen evidentes:

Varada en tu tristeza,
permanezco un día más
entre estas sombras,
invocando la resurrección del fuego,
aún sabiendo que ya, nada nos pertenece,
ni siquiera este andamio
que hoy sostiene el vacío,
paciente con el amor y su ortopedia.
(En “RESIGNACIÓN”)

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Fragmentados,
estrenando una tristeza cada día;
una tristeza y tres silencios,
y llegar a casa
como quien llega a un hotel
y esquiva la mirada de un desconocido,
en el ascensor,
o en la puerta de la nevera
donde todo caduca,
porque hasta el hambre
se nos había olvidado.
(En “UNA TRISTEZA Y TRES SILENCIOS”)

Y, curiosamente, este terreno donde habita el amor-desamor está muy relacionado con las palabras. Amor y lenguaje (o el lenguaje del amor) son elementos que configuran un metafórico entramado poético:

Como el agua que fecunda la tierra,
tus palabras penetran en mis poros,
haciendo, como la luz,
visible lo invisible.

(En “MONÓLOGO DE LA PIEL”)

     *****

Préstame tu palabra
para no tener que imaginar
que estoy latiendo en ella.

(En “AHORA, SIEMPRE”)

     *****

Y me quedo cobarde,
quieta,
irremisiblemente quieta,
esperando quizá
a que me pronuncies,
un día,
me pronuncies.

(En “UN DÍA, ME PRONUNCIES”)

     *****

Saberte como palabra,
como tacto, como destino
al que mi cuerpo emigra
en este invierno demacrado.

(En “Y ASÍ, SABERTE”)

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Saberte en otro ombligo
derramando tu semen
mientras otras te nombran;
abiertas e inconclusas.
Con un lenguaje sin materia,
semejante a mí misma.

(En “VACÍO”)

     *****

Transcurro entre tu cuerpo y la palabra,
carne y poema,
desolación en los extremos.

(En “ESTRATEGIA”)

     *****

Tú eliges contemplar mis ojos
detrás de cada gesto
desprendidos de ti,
y rezas desprovisto de fe,
desangrando el lenguaje.

(En “DETRÁS DE LA PALABRA”)


En cuanto a los poemas-pájaro que habitan la isla de los recuerdos y de los anhelos, podríamos decir que son una población muy numerosa. En la primera parte del libro, la memoria trae a escena los fantasmas del amor que vuelven del pasado o el recuerdo de una primera cita; pero es en el segundo bloque de la obra donde la evocación de instantes pasados se hace más evidente:

Es ahora,
cuando lo mutilado
regresa traspasando la memoria,
ahora que lo que nunca fue
pesa y ocupa este espacio
encogido por el miedo.

(En “LABERINTO”)

     *****

Miro hacia atrás
y puedo vernos
zarandeados por las olas, […]
¿Me obstino acaso en rescatar
aquellos días
que aún sobreviven
en la memoria de los peces?

(En “EL MUNDO LEJOS”)

     *****

Te busco en la memoria
de unas medias de nylon
en nuestros callejones,
en lo abstracto del agua,
donde mi voz de arquea
con ganas de romperse.

(En “PARA DESOCUPARME”)

     *****

Y que recuerdo con detalle
los peldaños alegres de aquellas escaleras,
donde nos festejábamos
sobre todas las cosas.
(En “COMO QUIEN DICE OTOÑO”)

Los anhelos que revolotean por esta ínsula poética tienen mucho que ver con el amor:

Ojalá que tu piel pueda llegar a rescatarme,
obstinándose en mi cuerpo,
sembrando tréboles que me germinen
en la sensualidad de nuestras madrugadas.

(En “TIERRA PARA LA SIEMBRA”)

     *****

Quiero ir contigo a Tepoztlán,
y susurrarte allí palabras
que todavía soy capaz de pronunciar.

(En “COMO UN HAIKU DE LLUVIA”)

     *****

Si pudiera, amor,
devolverle la magia que le falta
a los pétalos que entonces arrancabas.

(En “CUANDO EL AMOR”)

     *****

ANHELO

Cambiar de viento un día,
de portal, de sustantivos.
Presentir, al menos por segundos,
que la vida ya no nos interroga,
y que será en cualquier rincón
de otra ciudad, o de otra casa,
donde amaneceremos
en mitad de la noche
sin el imperativo de un reloj
que hace pasar de largo nuestras horas.
Y vivirnos despacio,
con lentitud de arroyo,
como si la urgencia no nos arrebatara
la carne de ceda día.

También estas líricas aves de Cristina Requejo recalan en las aguas calmadas de la reflexión para hablarnos del dolor (“MORIRME A TROZOS”), de la tristeza (“UN PERFIL DE TRISTEZA”), de la liturgia del tiempo (“TIEMPO DE LATENCIA”) o de la propia poesía:

TRINCHERA

Cuando escribo,
se me llena la boca de matices
y me convierto en rehén de la palabra.
Sin invocar el armisticio,
me  desocupo y olvido lo devastado,
la rabia y la impotencia,
como la hierba sin pisar.

Finalmente, hay que destacar una serie de poemas que vuelan “Hacia otras latitudes” poniendo de relieve (y reivindicando) su condición de mujer:

En “MUJER ÁRBOL”, la palabra –la poesía– es un símbolo de libertad (nadie apresa sus letras) unida intrínsecamente a su idiosincrasia femenina, que reafirma su independencia transfigurada en árbol: y cuando digo árbol, crezco.

“SOBRE LA FE, TE ADVIERTO” pone de manifiesto de nuevo el papel de la autora como mujer, avisando a posibles navegantes de su situación estratégica frente a la vida: Soy esa mujer / que nació huyendo. / TémelaTrata de vivirme / como si me estrenaras.

En “DESPOJADA” Cristina Requejo reflexiona sobre su actitud vital como mujer: lucha por seguir adelante a pesar de los abismos y los accidentes.

“SUGERENCIA DEL HIELO” es un canto del yo poético –femenino– por encima de todo lo demás; se trata de una introspección personal, de una confesión íntima que contiene, además, el título del libro: ¿de dónde esta manía de ser pájaro?


SUGERENCIA DEL HIELO

No sé si es
de mí lo interrumpido
y lo inconexo,
o mis palabras sin vergüenza,
deshilvanadas y partidas,
el imán.
Prometo un intervalo que no cumplo,
desobedezco y retrocedo,
después, vuelo
(¿de dónde esta manía de ser pájaro?)
No me tengas en cuenta,
disfrútame sabiendo
que nunca serás nido entre mis ramas.
Mécete en mí, sin beberme,
y regresa después a lo concreto,
la piel y el tacto
(¿qué harás si no conmigo,
salvo morir de frío?)


Primera obra poética de Cristina Requejo, prologada por el magistral Juan Carlos Mestre. Un libro recomendado para los amantes de la buena poesía y para aquellos que quieren ahondar en el conocimiento del alma de los poetas.