Ayer, jueves
12 de noviembre, Jorge Castro presentó, en la Casa del Libro de la calle
Fuencarral de Madrid, Alpheratz, su reciente libro de poemas publicado en la Editorial Poesía eres tú.
El acto fue conducido por el poeta y periodista Rodolfo Serrano, quien explicó las
características de la obra de Jorge Castro, como nueva y excelente voz de la
poesía actual, y leyó algunos de sus poemas. Después hubo un "mano a
mano" entre Ricardo y Jorge recitando varios textos. El acto terminó con
las canciones que el autor interpretó (magníficamente) y que estaban
relacionadas con sus poesías.
Jorge Castro y Rodolfo Serrano en el momento de su intervención.
Rodolfo Serrano recitando.
Jorge Castro recitando.
Jorge Castro y Rodolfo Serrano preparando su intervención.
Como un árbol caído
Como un árbol caído,
haciendo leña de sus propias ramas.
Como un camino al olvido
lleno de sombras y palabras gastadas.
Como la noche,
el vacío recubre las horas de esta madrugada.
Como el silencio,
cautivo, preso en el tiempo de una voz apagada.
Como el viento en la tormenta
el mar sacude con violencia sus manos cansadas.
Como después de la niebla,
sus aguas tras la locura tornan a ser mansas.
Como un árbol caído,
haciendo leña de sus propias ramas.
Como un camino al olvido
lleno de sombras y palabras gastadas.
Como la noche,
el vacío recubre las horas de esta madrugada.
Como el silencio,
cautivo, preso en el tiempo de una voz apagada.
Como el viento en la tormenta
el mar sacude con violencia sus manos cansadas.
Como después de la niebla,
sus aguas tras la locura tornan a ser mansas.
Jorge Castro recitando Amarga lloraba la luna.
A Federico García Lorca
Amarga lloraba la luna
sobre sábanas de plata.
De amapola vistieron su cuerpo,
sin sangre quedaron las barcas.
Se oyó un disparo. Después, silencio.
Temblorosa la nieve avanzaba
tejiendo de blanco los yugos,
durmió en la escalera del agua.
¡Traed un caballo de nubes
con su galope de nata!
¡Dejad que corra hasta el río,
dejad que beba del alba!
Mataron a su jinete
y con el alma ensangrentada
murieron de pronto las madres
en las calles de Granada.
No permitan las alondras,
(batiendo sus atas de nácar)
que sueñe más la serpiente
que envenenó ta cebada.
Por ninguna calleja del aire
permitieron que anidaran
ni los mirlos, ni las sombras,
ni el vuelo de las guitarras.
Amarga imploraba la luna
dejando su tez en la espada.
Los filos de todas las hoces
tras los jazmines brillaban.
Aliento gris de barrotes,
marchita la luz anhelada,
llevaba clavada en los ojos
cien mil lirios de Granada.
Lugar de paso
El aire está lleno de sombras,
recuerdos de tantos caminos olvidados.
Triste montón de piedra
que ves pasar tu exangüe vida
entre razones peregrinas.
Triste lugar de paso
donde nadie habita salvo tu viejo retrato,
Esperas que el silencio
se cubra de hogueras y señales,
pero has visto tanto desde la atalaya del tiempo
que sabes que incluso yo también
he de seguir mi camino.
Ya se marchan las nubes
que te coronaron de agua y ceniza,
ya se marchó el viento.
Yo me voy alejando,
tan solo queda un poema
y el recuerdo haciéndose distancia
a través del gris asfalto.
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dejando su tez en la espada.
Los filos de todas las hoces
tras los jazmines brillaban.
Aliento gris de barrotes,
marchita la luz anhelada,
llevaba clavada en los ojos
cien mil lirios de Granada.
Rodolfo Serrano recitando Lugar de paso y Jorge Castro cantando.
El aire está lleno de sombras,
recuerdos de tantos caminos olvidados.
Triste montón de piedra
que ves pasar tu exangüe vida
entre razones peregrinas.
Triste lugar de paso
donde nadie habita salvo tu viejo retrato,
Esperas que el silencio
se cubra de hogueras y señales,
pero has visto tanto desde la atalaya del tiempo
que sabes que incluso yo también
he de seguir mi camino.
Ya se marchan las nubes
que te coronaron de agua y ceniza,
ya se marchó el viento.
Yo me voy alejando,
tan solo queda un poema
y el recuerdo haciéndose distancia
a través del gris asfalto.
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