El pasado jueves, tuve la suerte de asistir a la presentación de la Novela El cuento de la vida, de Fernando Villamía, que tuvo lugar en la sede de "Espacio Leer", situado en la calle Argumosa 37 de Madrid.
Dos cosas me sorprendieron gratamente. Una fue la numerosa asistencia y otra -la más importante- el contacto con el autor.
Fernando Villamía nos habló de la creación literaria, de la Literatura y del trasfondo filosófico que rodea la trama de la obra. Su discurso, ameno y atractivo, generó en mí el deseo de leer inmediatamente la novela, cosa que he hecho sin más dilaciones. Y se están cumpliendo las expectativas...
Paso a resumir la Introducción que hizo Fernando Yubero Ferrero, Doctor en Filología Hispánica,
profesor y ensayista:
Empezaré con unos breves datos biográficos: Fernando
Villamía Ugarte nació en Vitoria, es catedrático de Lengua y Literatura y ha
ejercido la docencia en diversos institutos, como el de Almagro, donde yo lo
conocí, allá por los años 80 en viaje
memorable con Claudio Rodríguez. Ha sido también profesor en la Escuela Europea
de Alicante y en Burdeos. Ha obtenido diversos premios literarios, entre los
que destacamos el Hucha de Oro de Cuentos en 2002, el Gabriel Miró en 2008, el
Premio Internacional de cuentos Max Aub, en 2013, el premio Felipe Trigo con la
novela Judith y Olofernes, en 2008 y ha resultado finalista del último premio
Azorín de novela. El cuento de la vida ha obtenido el premio de novela Ciudad
de Badajoz en 2016.
El cuento de la vida es una novela fundamentalmente argumental y, por lo tanto, difícil de resumir en sus varias peripecias, pero el paratexto de la contraportada nos sitúa ya en la trama:
«Un
supuesto exoficial nazi dirige una empresa dedicada a la búsqueda de los
grandes misterios de las ciencias ocultas, continuando una vieja afición de
algunos de los máximos dirigentes del régimen nacional-socialista.
Su
salvaje asesinato se convierte en un crimen casi perfecto. Un maduro y escéptico
policía deberá ir desentrañando la madeja de cada uno de los personajes en un
paseo por sus laberintos personales que, paulatinamente, los convierten en
sospechosos. Y así se mantendrá la tensión en una colección de interrogatorios
que llegan hasta lo más profundo y oculto de sus vidas.»
Parece claro que estamos ante un relato de intriga
construido sobre la base del género de la novela policiaca: tenemos cuerpo del
delito, tenemos al escéptico detective
Ferreras para investigar el crimen y tenemos también a unos sospechosos. La
novela comienza de una manera abrupta “in media res” con el asesinato del
exnazi protagonista Hans Maier y, a partir de aquí comienza la reconstrucción
de unos personajes, mejor, la reconstrucción de unas vidas. […]
Pero he dicho hace un momento “parece” y es que yo creo
que la novela de Fernando Villamía va más allá de los estrechos límites que
siempre imponen los géneros. O dicho de otro modo, se trata de una novela que
amplía el horizonte de la estricta novela policiaca, dando cabida a componentes
de otros géneros como la novela psicológica o de lo que podríamos llamar novela
intelectual, pues en El cuento de la vida abundan las reflexiones, las citas de autores y componentes de la metaficción
con paratextos como el poema de Brel, el inicio del cuento de Blancanieves, el
cuento del buey y el asno del pesebre, de Jules Supervielle... […]
Recuerdo
ahora, por ejemplo, las reflexiones sobre lo que Unamuno llamaba “el misterio
de la personalidad” (tema, por otro lado, fundamental en la novela), o la
meditación sobre la soledad humana, las causas del dolor, etc. etc. Este núcleo
moral e ideológico nos podría llevar a pensar que lo existencial pudiera ahogar
un tanto lo novelesco, pero no es así: el relato es ágil, muy ameno y con la
suficiente acción para que predomine lo novelesco sobre el componente reflexivo.
Mucho
se podría hablar también del componente mágico y sobrenatural de la novela y de
cómo se imbrica, de manera natural, en la trama.
Sorprende,
por otro lado, la capacidad descriptiva, la potencia expresiva en el
retrato de los personajes. Este rasgo de estilo que ya estaba presente en
sus primeros cuentos, lo ha mantenido y perfeccionado el autor y en El cuento de la vida el lector va a encontrar retratos
inolvidables, como el del francés René Dreillard, de grandes conocimientos
esotéricos y que además poseía el don de poder elegir los sueños. O el del
pobre Arturo Medina, que era un feo teratológico. Fernando Villamía sabe
concebir estupendos personajes (la novela se abre con un excelente retrato de
Herr Mainer, sabe infundirles vida (esto es lo esencial), hacerlos creíbles e
implicarnos, como lectores, en sus vidas.
También
resulta original la composición a través del perspectivismo que ofrece la parte
central de la novela con los informes de los diferentes personajes. Esta
pluralidad de voces nos va a dar una visión de los hechos polifónica. Cada
informe está construido como una especie de monólogo del personaje y esto va a
ser fundamental en el ritmo del relato porque va a evitar las caídas en la
monotonía. Cada personaje con su peculiar tono irá reconstruyendo no solo la
vida del protagonista, sino lo que es más importante, la suya propia.
Y, a continuación, transcribo algunos momentos de la disertación de Fernando Villamía:
La novela se me ocurrió en un viaje que, junto a mi
mujer, hicimos por Dinamarca, Noruega y Suecia. En Noruega, en un momento
determinado, la guía se refirió a lo que había sucedido en el país en la II
Guerra Mundial. Aludió a los héroes de Telemark, que muchos conocíamos por la
célebre película. Pero luego explicó algo que yo, al menos, desconocía: los
Lebensborn. […]
Es curioso cómo funciona el –llamémosle así– mecanismo de la inspiración. Es un auténtico misterio cómo de golpe una palabra, una historia, un gesto, suscitan en nosotros el mecanismo de la atención. Y producen una auténtica obsesión que, antes o después, cristaliza en una historia. Y, sin embargo, otras historias, por maravillosas o fantásticas que resulten, nos dejan indiferentes y no convocan idea alguna. Mucha gente te dice: “Te voy a contar lo que me sucedió no sé dónde. Ya verás cómo a ti, que eres escritor, te sugiere un montón de ideas”. Luego todo eso queda en nada… […]
La historia del Lebensborn se quedó latiendo en mi
interior, y fui dándole vueltas y más vueltas, documentándome y leyendo sobre
el asunto, hasta que por fin surgió la idea y de ahí la novela. […]
Me interesa y me inquieta la naturaleza cambiante de nuestra personalidad. No somos únicos ni monocordes. Somos varios y diversos. Hay un momento único en que el niño descubre su sombra. […]
¿Qué ocurre cuando a uno le han escamoteado la infancia, la familia, el pasado y la tradición a las que pertenece? Imagino que esa experiencia se vive como un cataclismo interior, de consecuencias psicológicas y sociales incalculables. Y por eso lo trato en la novela. […]
A través de la literatura, a través de la ficción
accedemos al conocimiento de nuestra integridad humana, con nuestros actos y
nuestros sueños, en nuestra soledad y en nuestras relaciones, a esa suma de
verdades contradictorias que componen la vida humana. […]
Fernando Pessoa afirmaba: “Mi patria es la lengua portuguesa”. Y así es. La patria de un escritor es la lengua en la que escribe, su lengua. Por eso mismo, el escritor tiene que ser el sumo sacerdote del lenguaje, tratarlo como algo sagrado, como algo que toca la raíz más profunda del hombre y de la vida. […]
Me ha parecido muy interesante. Lamento no haber estado allí escuchando a Fernando Villamía
ResponderEliminarFue interesantísimo, te lo aseguro. Escuchando sus palabras, me recordaba las estupendas clases magistrales de la Facultad, con grandes estudiosos de la Literatura. Todo un honor. Gracias por tu visita al blog, florarueda.
EliminarGracias, José Luis por "colgar" todo esto
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarGracias a ti, Fernando, por "visitarme" en mi humilde blog-morada.
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