domingo, 19 de noviembre de 2017

"Rutas como lacres de la Tierra", del poeta Andrés P. Broncano (Ed. Poesía eres tú)

Acabo de terminar la lectura de Rutas como lacres de la Tierra, del poeta Andrés P. Broncano (Ed. Poesía eres tú).

Es la obra inicial de un joven y prometedor poeta que nos presenta el cuaderno de apuntes sobre un viaje a la ciudad italiana de Spoleto, que sirve de excusa para un itinerario interior, una introspección íntima y personal:

                                  [...] Sueño
con los ojos entreabiertos civilizaciones
de tierra, con una vid cortada por ti,
con placeres llanos. Una llama
tímida en las brasas, no un espectáculo
pirotécnico. Enfermado
por el síndrome homérico, navegué
por nuevas lindes, sofocado por misterios
y maravillas. Olvidé mi carácter
de paciente costurero, que sueña milagros
en el horizonte y vive una vida de pan
y aceite.
(En “A ti”)

El tren es el instrumento clásico para iniciar la marcha y completarla finalmente (recuérdense los versos de A. Machado: Yo, para todo viaje / -siempre sobre la madera / de mi vagón de tercera- / voy ligero de equipaje):

A la espera del tren,
símbolo poderosísimo del viaje
y del cambio, del encontronazo
con la novedad del horizonte.
(En “A la espera del tren”)

Como vemos en sus versos, no se trata de una huida, sino de la búsqueda de nuevas sensaciones y de un reencuentro con el mundo antiguo:

Al fin avanzo / en busca de la soledad. Por suerte no la hallo. (En "Pulmones de Spoleto")

Un nuevo mundo con un nuevo / y cegador sol esperándome. 
(En "Primer pensamiento")

Beber de ellos –los clásicos– y florecer en algo nuevo.
(En "Palacio Ancaiani")

Su integración en la ciudad será total. Así se puede apreciar en los versos del poema "Arcanos nocturnos", donde el paisaje se hace poema y transforma al yo poético en el epicentro: me siento un arcano carnaval, / raptado por un ser místico, / para ser rey por una noche. Y, ante las tumbas de los antepasados trata de comprender, de integrarse y de conocer todo aquello que le ofrece el instante:

                     ...Me preparo
para escuchar sus conversaciones.
Cierro los oídos para ver con otros ojos,
más volátiles, pero cargados con un cristal
que atraviesa, para leer las voces,
aprender y entrar en litigios
en esta reunió antigua.
(En "Sepulcros spolentinos)

Andrés P. Broncano tiene tiempo para la reflexión, para detenerse y dirigir la mirada hacia sí mismo, para volver a viajar por dentro y por fuera:

La fatiga y el abandono

Cuando tus ideas van más rápido
que tus pies y parece
que sufres una derrota épica, con los miembros
desatados, golpea fuerte
el rostro y las brumas
se clavan con dureza en la mente
y la memoria. No luches,
no desclaves esa lanza,
no atrapes la ocasión, ya está de espaldas.
No te preocupes, cede ante la presión.
Tu descanso no se encontrará
en una eterna noche, a pesar de que el reflejo
de tu rostro enmarque unos huesos
sobresalientes y una mirada perdida.
Desciende a las profundas minas,
recolecta nuevas piedras:
combustible carbón, reflectante esmeralda,
dura coraza de piedra.
Con el primer rayo de sol tu mente
podrá volver a extenuar a tus miembros.

******************

Nunca el caminar fue tan estático,
apegado a las mismas piedras, el mismo
cielo, fluido atrapado en una misma probeta,
experimentación de presiones.
(En "Dinamismo estático")

La inteligente y observadora mirada de Broncano y su simbólico punto de vista crean, a los largo del poemario, sugestivos pasajes en los que el domino de la palabra y el eficaz desplazamiento de significado entre ellas es evidente:

Tendón, hueso y músculo

Cae por el ojo de este puente-acueducto
un pesado alivio que recorre sus largas
piernas hasta toparse con un riachuelo
extinto –aflorará en otoño,
como el ave fénix que abrasa las hojas
caídas– o Sin duda, vive como un punto
en tensión, un tendón que articula cemento
y hiedras que sujetan el hueso prefabricado
a la carne oxigenada.
Si una parte de este cuerpo –que es alma–,
cediera al tiempo, si se resquebrajara
cansada, fraccionaría esta tenue forma
haciendo un lado inútil,
el otro inerte.

******************

Ciclos
     
     I

Luna de malta en el tostado trigal
de la bóveda de carbón, que vibra
en la superficie del agua.
Gotas en suspensión
en las nocturnas ubres que nutren
el posterior rocío
y la dura tierra. Lana
que lo cubre todo, que abriga con una sorda
corriente de aire, absorbe y limpia
el ónice que se hincha
y disipa junto al sueño.

El autor sentirá la tristeza ante el término del viaje: Una vuelta desalentadora por un paraje / anverso y deseará quedar inmerso en el paisaje, como una encina:

Segundo pensamiento

Segundo pensamiento, arrojado
con prisas por las pequeñas
ventanillas que entrechocan
con el fuerte impacto del viento.
Deseando salir y hablar al mundo:
«Soy la encina estática y viajera,
detenida en el mismo paraje, movida
por los paraísos del cálido verano.
Ahora, que mi simiente caiga
y quede prendida, cerca de algún
robusto roble que le dé sombra,
en alguna curva del camino,
en la ladera liviana o algún remanso
de agua nueva. No pertenezco
a estos montes. Deseo y necesito
que algo de mí descanse
en uno de sus recovecos. No importa
que no florezca -tal vez mi respiración,
mis raíces no arraiguen bien-,
solo que fosilice y quede
como profundo descubrimiento
de unos ojos que sepan observar».


Pero pronto abandona el desconsuelo de la despedida y se presenta, en su penúltimo poema "Mi cuerpo, el viaje", como un ser que ha interiorizado el recorrido y se ha impregnado de aire y vida distintos. Es otro cuerpo y un espíritu capaz de transmitir sus vivencias a través de la poesía, porque, como dice A. Carpentier: los mundos nuevos deben ser vividos antes de ser explicados.

Rutas como lacres de la Tierra es un encomiable estreno en el universo de la creación poética. Espero que Andrés P. Broncano, siga ofreciéndonos nuevas propuestas tan interesantes como las que han brillado en esta obra.



jueves, 9 de noviembre de 2017

Salvador Mira presenta su obra literaria en la Casa de Aragón en Madrid

El pasado miércoles, 8 de noviembre, tuvo lugar en la Casa de Aragón en Madrid la presentación de la obra de Salvador Mira.




Presidió la Mesa José María Ortí Molés.






Susana Diez de la Cortina Montemayor realizó la presentación de la obra de Salvador Mira.





Destierro en la Tierra, recopilación de sus cinco poemarios publicados hasta ahora:
     · Durante todo el día
     · Ángel azul
     · Asalto al cielo
     · Los diablos
     · Ensoñaciones desde el filo 




De esta obra se leyeron algunos poemas:

Camino, buscando la verdad;
he atravesado oprobios, cruzado dolores...
y sé que mi último tramo ha de ser la muerte.


Aun así,
no reniego del amor verdadero,
continúo huyendo del ruido de masas
y los bufones del embrutecimiento no consiguen atraparme.

Yo ... soy poeta.




Madrid brinda
infinidad de guiños cómplices a los hombres...,
a hombres
                 que saben
                                 que son dioses
                                                         -en la Tierra.

Águilas de bronce, apoyadas sobre magnos pedestales.

Espíritus que renacen sobre el Ave Fénix.

Ángeles caídos, expulsados de su verdad primera.

Excelsos aurigas domeñando a sus corceles,
que cabalgan por las nubes.


La Aurora que trae luz al camino,

El Triunfo ilumiuando nuestra derrota...

Un faro que guía a los poetas vagabundos.




Llegará el día
en que no habrá carteles luminosos, televisores,
críticos, ni listas musicales o de cualquier tipo.


No habrá rebajas,
ni nada que comprar o vender;
se olvidarán las profesiones;
se destruirán las armas, los cosméticos ...

El dinero será la palabra;
el crédito, tus ojos;
las deudas, las arenas del desierto del olvido.


gh

Por los caminos de mi tierra
el aire huele a vida,
la vida a mar
y el mar a esperanza.

Por los caminos de mi tierra
la gente canta y baila, trabaja y Iueha;
las gaitas suenan en las alboradas,
se asan sardinas en los foliones,
los senderos están cubiertos de nueces y castañas.

Los caminos de mi tierra son corredoiras,
unas veces con lluvia,
otras con niebla,
siempre mágicas y misteriosas ...
En verano las corredoiras conducen al mar;
y el sol reverbera en éste de tal manera
que parece un campo de nieve.

En mi tierra
la tristeza es poesía,
la nostalgia, gorriones;
el amor, golondrinas;
los sueños... gaviotas.


Mi tierra fluye por mis venas;
ríos de saudade,
que desembocan en océanos de bosques,
océanos llamados Galicia.




Cuándo se enseñará una historia de la pobreza. 
No ese cuento de reyes, príncipes y presidentes.
Ese cuento de guerras y batallas
-en las que, por cierto,
invariablemente han muerto vuestros hijos.




Yo nací para que mis manos escribiesen versos.
Yo nací para que de mi boca brotasen rosas.
Yo nací para que mis ojos verdes fuesen besos.


Yo nací para ser abril,
para ser Atlántico y acariciar el Sol en el ocaso,
para ser hermano de la Luna,
para ser lluvia y ternura,
para ser gorrión y volar en tus sueños.

Yo nací
para ser tu niño
y pronunciar tu nombre, golondrina, sonriendo.

gh


¿Los besos que he dado?
¿El amor que entregué?


Nadie me quitará la dignidad.
En la vida uno necesita saber perder ...

Aunque para mí, el final,
más que una derrota,
será una victoria, una liberación.

¡Poeta!
Se puede llamar oficio a ser poeta.
El entregar cada gota de tu sangre al viento.
Pensar, sentir, actuar como un poeta,
como un loco a los ojos de los demás.

El soñar que del barro pueden surgir dioses. 




Después del silencio es su última publicación. Una novela coral donde los personajes son las voces que van conformando una trama que se desarrolla en la localidad costera de Santa María de Pontás. "Bajo una apariencia de normalidad se esconden los enconados juegos de poder de una comunidad clasista, cerrada y endogámica, caldo de cultivo de las más abyectas pasiones del ser humano..." nos anuncia la reseña de la contraportada.

Salvador Mira ofreció una visión de su labor como poeta y como novelista, resultando una interesante velada llena de intervenciones por parte de los asistentes. 
Esperamos que su carrera literaria se prolongue en el tiempo y tenga el éxito que se merece.