domingo, 21 de enero de 2018

PARTITURAS DE RUNA BLANCA de Ingrid Da


Partituras de Runa Blanca es la segunda publicación de la poeta y cantautora Ingrid Da, un poemario en el que la escritura recorre un itinerario (Llévame por una ruta hacia el infinito / donde la distancia no es un obstáculo para estar cerca...) donde el yo lírico se detiene a cuestionar las razones del camino emprendido, de la vida, del ser humano, de sus miedos y de sus metas. (Escribir es preguntar de nuevo. / Es buscar).


Este acto de reflexión es una constante a lo largo de toda la obra, un encuentro consigo misma partiendo de la nada, renaciendo del dolor y sus cenizas:

Nunca es tarde para reanudar
ser dueño de tu sueño.

ab

Te han roto en pequeños pedazos,
ya nada te puede hacer más daño. [...]
Habrá que reconocer el desvío.
Volver. Sin miedo. A ti mismo.

ab

Los sueños no caducan, se van transformando
con la evolución interna que a veces niego percibir.

ab

Las demoras, los odios, las búsquedas viejas...
Ansiando renacer y volviendo a morir.
Ya no creo en nada. Quizá nada ya queda
que no fuera marcado por enorme sufrir.



Se trata de una contemplación metafísica donde la libertad es un hito y un reto:

Irreversible tu mirada siempre hacia adelante.
Sin miedos, aunque temas,
sin lágrimas, aunque el duelo quema
como la muerte de alguien a quien tanto amas.
Jamás rendirte. [...]
Ya eres libre como el viento que susurra
al océano...

ab

Darse tiempo.
Cuando algo no se entiende,
cuando quema el frío,
cuando el calor congela.

Darse tiempo
para evaluar el anhelo,
para pesar la indiferencia
y el valor real
de lo conocido.     

Algo nuevo llega
a tu vida...
Además tan merecido.



El misterio del silencio tiene una importancia sustancial en el recorrido ontológico que Ingrid Da nos propone:

Sellarás paso a paso el silencio,
embriagado por las frases
sobrias y precisas,
las verdades declaradas que jamás seguiste.

ab

¿Mi identificación se halla en el silencio pronunciado
o en las palabras no dichas? [...]
Intentando
desesperadamente
entender
lo que está escrito
en las palabras
que no digo.

ab

Darse cuenta que el silencio inteligente
perpetuamente nos salva
de no aferrarnos al balbuceo
de hablar sólo por hablar.



Pero lo importante, lo real, es la vida; aprender de ella y subsistir dejando el pasado fuera del camino:

Una parada de suspenso antes de dar un paso,
no subsistir más enjaulada en el pasado.
Soy hoy lo que pude aprender de ayer, pero ya no soy de ayer.

ab

¿No es un escenario de un teatro mi vivencia?
Disfrazarme, actuar, equivocarme, volver a repasar,
cambiar los roles, ensayar mejor,
volver a contemplar la obra y reescribirla de nuevo si hace falta.
[...]
A la mocedad de la lleva la corriente.
El tren no para –corre– con solo ida.
Unido a la cuestión eterna, envejecida:
¿Serás tú siempre tan imperfecta, querida vida?

ab

Hay cosas que son intocables.
La risa del niño.
Sembrar la esperanza.
La presencia en los momentos dolidos.
La vida.

El derecho a un abrazo, a una caricia,
a un compromiso sin sentirse atado.
Llevar hasta al fin una promesa
hasta que se encuentre cumplida.
La lealtad al camino andado.
La perseverancia.
Abandonar las tristezas que no tienen sentido,
dejadas al lado.
Abrir el corazón al amor
después de tenerlo desangrado,
volver a reconstruir la confianza
en todo aquello que llamaste sagrado.

Hay cosas que son inferidas.
Brindan las lecciones
en lugar de las heridas.

La vida.

ab

Para finalizar, transcribo dos poemas que me han llamado muy positivamente la atención. El primero es la eterna cuita que aqueja a todo poeta que se precie: definir la poesía. El segundo es un canto de esperanza que sirve como cierre de esta reseña:

Siénteme en tu pecho y aunque no lo sepas
poner en las frases,
eres todo poesía en mi espera.

Para ser un poeta no hace falta ser un profeta,
ni un enamorado no respondido, ni un solitario ascético,
ni tampoco pasar los cursos de escritura,
sólo hay que amar un poco a la locura.
A este frenesí de dejarse llevar por la palabra
cuando alguien te habla
en un instante preciso sin haberte avisado,
bajo la realidad adyacente
de algo perdido en algo encontrado.
Ser un poeta
es consentir el combate entre el alma y la mente,
sumergirse en los adentros sin ser exigente,
a su vez desnudarse ante de los retos,
donde hay luz asfixiada encender los sonetos.
Enfrentarse a las largas noches sin sueño
encogiéndose como un perro sin dueño,
exprimir la esencia en un vaso
dejándola beber a quien ansía embarcarse
en un abrazo de confianza, de reencuentro, de distancia,
de silencio, en la ausencia llena de los enlaces de...
Sin embargo, es algo que grita por dentro
si no lo enmarcas en los versos perdidos,
que se encuentran y danzan fluyendo
como un río en un llanto de vida.
y renace como un pájaro ciego suplicando
que le guíes en su vuelo
para así desprenderse del duelo en un afable consuelo.
Mortifica con su osadía en las frases tachadas,
en las plumas sin tinta,
susurrando invisiblemente
te insiste, te ruega, te confiesa, te mira
...hasta que finalmente
te inspira.

ab

Darse tiempo.
Cuando algo no se entiende,
cuando quema el frío,
cuando el calor congela.

Darse tiempo
para evaluar el anhelo,
para pesar la indiferencia
y el valor real
de lo conocido.

Algo nuevo llega
a tu vida ...

Además tan merecido.

 


Enhorabuena a Ingrid Da por este nuevo libro de poemas que llena los rincones de la mente con especulaciones y propuestas para continuar el camino de la vida y de la poesía.

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