miércoles, 14 de octubre de 2015

Recital poético

DUŠICA NIKOLIĆ DANN
Ayer, en el Centro Riojano de Madrid tuvo lugar un Recital de poesía de la autora serbia doña Dušica Nikolić Dann, dentro del ciclo "LA RIOJA POÉTICA". El acto fue dirigido por doña Rosario de la Cueva. Presentó a la poeta y acompañó en la recitación, don Diego Vadillo López, escritor y politólogo.

Imágenes del acto:




Doña Rosario de la Cueva, doña Dušica Nikolić Dann y don Diego Vadillo López.






Doña Rosario de la Cueva.






Doña Dušica Nikolić Dann.






Doña Dušica Nikolić Dann y don Diego Vadillo López.






Firma de ejemplares.





Vídeos del acto:
Morir de tristeza, de «Otro modo de tristeza». En serbio y en español.



Atardecer, de «En el sur de su sonrisa». 


  
Herida en el espacio, de «En el sur de su sonrisa». Mariposas, de «Otro modo de tristeza». Héroe, de «En el sur de su sonrisa». 




viernes, 9 de octubre de 2015

DHPDYHP (dehachepedeyhachepe)

Don Hez Pecunia Dior y los Hijos de Pauta, de Diego Vadillo López. Ed. Niram Art. Madrid. 2014


Habría que acuñar un nuevo término para situar a Don Hez Pecunia Dior y los Hijos de Pauta, dentro de la novela contemporánea.

Está claro que el planteamiento narrativo tiene reminiscencias de otras obras españolas e hispanoamericanas anteriores, del siglo pasado, pero no sigue esquemas fijos que puedan enmarcar a esta novela en modelos ya establecidos. De hecho, parece más bien que nos encontramos ante una nueva amalgama de estilos y tendencias que trata de poner una pica en el Flandes narrativo actual.

La primera parte de la obra nos presenta, pausada e intrigantemente, a unos personajes que podrían recordar al extenso padrón del Nobel de Padrón expuesto en La Colmena. En este panal humano, el hambre, el miedo y el sexo dominaban las escenas, mientras que en la obra de Diego Vadillo son la corrupción, la fama y el sexo los que subyugan el abejar del siglo XXI. Se aprecia en Don Hez Pecunia Dior y los Hijos de Pauta (en adelante DHPDYHP) un cierto realismo social, pero no inclinado tanto a la denuncia, sino más bien al protagonismo que la sociedad –una sociedad consentidora– adopta en la novela, siendo ella la única que tiraniza y controla todo lo demás –salvo al narrador–. Se podría hablar de un conductismo, de un determinismo social anclado a los personajes, pero está completamente superado con el realismo hiperbólico que Diego Vadillo tiñe su relato y en el que se bañan sus protagonistas un escalón más que supera el realismo mágico de Asturias, Carpentier, Rulfo y, ¡cómo no! García Márquez.

¿Qué hacen durante las primeras noventa y nueve páginas los personajes? Interpretar su extravagante papel, preparar al lector para que asimile esta nueva concepción narrativa y llevarlo de la mano a la acción frenética de la segunda parte. Todos ellos quieren salir de una irritante atmósfera social y personal irrespirable...  Solo una nave espacial –especial, como la que Douglas Adams nos describe en Guía del autoestopista galáctico, con motor de energía de improbabilidad finita– podrá salvarlos.

El misterio que envuelve la tercera parte se va desvelando poco a poco... pero no es el argumento el que manda, sino el planteamiento discursivo original, ya demostrado en la primera parte, al servicio de la crítica social y humana, como ocurre en Tiempo de silencio de Luis Martín Santos.
Así las cosas, el broche final de la cuarta parte queda para los nostálgicos de la rueda de la Fortuna, que todo lo pone en su sitio –lo que no sabemos es si el sitio es el adecuado–. Pero argumentos aparte, en el colofón de DHPDYHP domina principalmente un narrador que llega a convertirse en un personaje más, directo en ocasiones, mayestático en otras, controlador y omnisciente la mayor parte de las veces, al que le hablan los lectores o le llaman los personajes.

A lo largo de toda la lectura, se desarrolla un divertimento semántico polivalente que provoca reacciones en la cadena del discurso. Hay momentos en los que parece que el propio lenguaje manda sobre el argumento y que es el juego de palabras el que domina la acción, los personajes y, por supuesto al narrador. Me confieso admirador de Gómez de la Serna y creo apreciar en Diego Vadillo una clara herencia que le hace gregario –en el mejor sentido de la palabra– de la greguería. Si a esto le añadimos el esperpento de Valle-Inclán que cubre la acción y a los intérpretes de la obra, así como otros detalles naturalmente críticos de toque umbralista, nos encontraremos con que, como decía al principio, habría que fabricar un nuevo troquel para enmarcar DHPDYHP de Diego Vadillo López. Este sería: un original sello de novela metalingüística, con un realismo fantástico y anarcosocial (el desorden colectivo es evidente, pero no por el anarcoindividualismo –en el que cada uno es amo y señor de sí mismo–; todos, incluso los más poderosos, dependen de la casualidad y de la sumisión que el devenir comunitario les impone; es una sociedad dueña de sí misma, dominadora, anónima y  asfixiante).

Y además, este relato gamberro, como bien apunta Jaime Plaza Val, es tan divertido e interesante que es necesario finalizar cuanto antes su lectura, para no tener remordimientos literarios.

viernes, 2 de octubre de 2015

«Me llevo el mar», poemario de Mª del Carmen Badillo

Me llevo el mar, de Mª del Carmen Badillo Baena. Editorial Poesía eres tú. 2015. 

Ya en el primer poema «Confidencia», Carmen Badillo hace una declaración de principios y de intenciones:

"Escribo para que la luz
traspase la anchura de mi ser"

Se trata de una dimensión personal de su poesía donde la luz va a ser el eje trasmisor de la palabra que se  aloja en su pecho, origen del alma, abrigo del corazón, alegoría de la vida y centro de gravedad de su voz poética.

Esta voz está «Detenida» dentro de los versos, que son como una casa en la que espera a que un lector desconocido le dé vida haciendo de la palabra un abrazo. En otras dos ocasiones se descubre a este alter ego reclamando protagonismo: en «La voz dormida», como símbolo de la reparación de su "ser herido" y desdoblándose en paloma que sufre un profundo dolor físico, real, en «Preguntas por mi dolor».

También hay pistas para el conocimiento del yo creador en «Búscame», donde nos expone una guía para aquellos que pretendan adentrarse en su interior, a través de la naturaleza, pero el límite de la indagación llega hasta donde comienzan sus sueños.

El lector se sitúa en el libro como un observador privilegiado ante los acontecimientos vitales o los profundos pensamientos.

Muchos son los elementos naturales a los que acude la autora para que expresen sus sensaciones, sus emociones, como la humilde hoja que cae sobre el río, los apocalípticos caballos del desamor y de la muerte o la reverberación de la luz en el agua, que es un llanto del alma..., como el abrazo al jacaranda o a la luna (el abrazo, otro tema presente a lo largo del poemario, como forma de amor místico)..., al igual que la lluvia a modo de encarnación de la inocencia, o como el mar, destino, anhelo e incluso personaje de cuento.

Las anécdotas biográficas como su pasión por la música en «Seducida por el canto»,  «El concierto», «Al maestro» son periódicas, del mismo modo que el recuerdo de su padre en «Búscame» y «Luna clara» o de su abuela, «Mi abuela Carmen», donde los epítetos marcan los mágicos detalles del poema. Sus hijos Silvio -corazón que late y que galopa- y Gabriela -hija de la luz-, así como su sobrino Ángel emergen por las páginas del libro dando fe del amor de madre y de su especial sensibilidad.

Salpicados entre sus páginas, aparecen los temas poéticamente recurrentes: la soledad,
recuerdos de infancia o las composiciones autobiográficas, en las que plantea un análisis reflexivo. En «Soy mujer del sur» nos habla de su nombre "soy Carmen" y juega con su significado: canto, canción, poema..., mientras que con «Alma de mujer» se confiesa -humildemente- y anuncia que "sin ser poeta nacerán poesías".

Lo simbólico pulula a lo largo de su versos de manera constante: la libertad de los pájaros, de las cometas, el poder regenerador de la omnipotente luz, las estrellas, la lluvia -su deseo de ser agua como forma de unión natural con este mundo-... y las imágenes cercanas a Lorca o a Alberti como la luna, el pozo, el mar o la niña.

El dolor queda patente en numerosas ocasiones a lo largo de la obra. Es un tormento físico "de cuchillas de acero" que expresa los estadios del sufrimiento humano con una angustia insomne. Este aislamiento que produce la aflicción de saberse enfermo queda superado en el poema «Gratitud»

El único reproche encontrado en el poemario es el que podemos apreciar en «Equidistante», un texto donde los sentimientos se desnudan ante un espejo, con un juego de reflejos que culmina así: "cuando te perdí, me encontré".

También veremos alusiones a pensamientos filosóficos y religiosos -hilo conductor en algunos de sus poemas-, con los que pretende diluir sus versos y consigue hacerlos trascendentes.

Dos personajes humanamente cotidianos están magistralmente dibujados: María Luisa, en «Cautiva» donde se describe el afán de superación de una mujer, truncado a veces por el fracaso. El otro es el «Saltimbanqui», héroe intermitente que trabaja gracias a los semáforos en rojo, fielmente retratado.

No hay que olvidar los homenajes a su Málaga natal, que se muestra en «Inmensidad», a Lorca, a M. Troisi, ni los poemas finales de su hija Gabriela que promete continuar la saga.

En resumen: un libro ameno, intimo, reposado y una promesa poética hecha voz, que expone la ternura de una mujer subiendo, peldaño a peldaño, la escalera hacia La Luz.








Confidencia

Escribo para que la luz
traspase la anchura de mi ser,
la belleza me contenga
y la palabra restaure el olvido.
Para eximir el dolor
pues nos hemos ido comiendo la tierra,
ya solo pisamos el asfalto.
Hasta la urraca que se ha posado
un instante en el alfeizar
lleva en su pico azabache
la luna menguante,
que sigilosa sustrajo a la noche.
Engullidos por el tiempo
devoramos la vida.
Escribir porque ya nada nos sorprende,
porque el canto y el verso
contienen la palabra
y la palabra es bienhechora
para trazar el camino a los sueños.
Porque escribir es una forma de amar,
de acariciar con las palabras.
Podemos con palabras
crear el final de la historia
y transformar el mundo.
Escribir para sanar,
conectar con mi yo superior
y que la poesía suceda.

                                            Mª del Carmen Badillo Baena


Del amor

Mis amores tienen nombres
son mis ansias, mis deseos.
Carrusel que no se detiene
carrusel que mueve el tiempo.
Mis amores tienen nombres
y si no, me los invento.
Los amores perdidos,
los llevados en secreto,
los que cultiva la mente,
los que la soledad mece en silencio,
los sinceros.
Los que morirán conmigo
porque conmigo nacieron.
Mis amores tienen nombres
son mis ansias, mis anhelos.
Y no han de importarme
amores ni nombres,
se ama sin pretenderlo.
El amor tiene alas
que nadie puede cortar
porque le nacen de adentro.

                                               Mª del Carmen Badillo Baena

lunes, 28 de septiembre de 2015

Imagen y poesía (XII)

LEER UNA FOTO-POEMA O UNA TRAGEDIA VISUAL

   Autor de la imagen: Francesc Ventura Carreras. 

Esta es "La foto", esa instantánea única que inmortaliza a quien es capaz de capturarla en un segundo (puede que 1/250) o que se pierda en el tiempo para siempre.
Es un poema visual, o una tragedia metafórica que se puede leer así:

La vida cotidiana está en el horizonte: formas distantes, difuminadas y desenfocadas insinúan una posible actividad humana. El rojo del tejado y la pared ocre marcan el límite entre el cielo y el mar. No necesitamos más datos. La ubicación general está planteada.

El agua podría engañar al espectador y querer dar más información que apartara la vista  de los personajes principales, pero no hay barcas ni elemento distorsionante alguno. El líquido grisáceo-azulado es el cuerpo blando que amortigua el paso, el tránsito a la dura escena principal.

No obstante, antes de esta, nos encontramos con un componente geométrico que lucha por ser un personaje de la obra, aunque sea secundario: el rectángulo azul (que posiblemente anhele ser un Azul Klein para usurpar el papel principal). Este paralelogramo alberga en su interior un símbolo que limita el lateral izquierdo: una flecha que nos devuelve a la realidad, que nos dirige hacia el irremediable escenario.

Una vez allí se plantea la disyuntiva: o el ser humano destronado de la supremacía evolutiva, hundido en el sopor etílico deshumanizado, o el ave de porte mayestático que posa con elegante paso. El desplazamiento de la pata derecha, congelado, es la clave de la obra. Es el único movimiento que se aprecia en la imagen. Es un gran paso para la familia de los láridos y un salto atrás para la humanidad. ¡Qué paradoja! Una gaviota,   un animal casi humanizado por su actitud, a la que el autor de la fotografía, Francesc Ventura Carreras califica de Sobria, que parece querer subir un escalón más en la vida -representada por las líneas oblicuas que atraviesan el tablado-, frente a un ser inerte, vencido.


Con la imagen de Francesc se describe una drama en trescientas veintisiete palabras (las que contiene el texto anterior, incluido el título). Francesc ha escrito una obra al más puro estilo shakesperiano -ser o no ser- en un segundo (puede que 1/250).

jueves, 24 de septiembre de 2015

Mañana me presentan en sociedad, en el Ateneo  de Madrid, entre amigos.



domingo, 20 de septiembre de 2015

La lírica de las persianas (III): Ayllón

Una nueva entrega de "Persiennes", otra forma distinta de mirar nuestros pueblos y ciudades. 

En esta ocasión, tenía las fotos correspondientes a Ayllón con sus diferentes persianas, hasta que me di cuenta de que era mejor mirarlo desde el punto de vista artístico. El Ayuntamiento fomenta la cultura y el arte, y eso hay que reconocerlo y alabarlo. Para ver el nombre de los artistas y los títulos, hay que ir al enlace.

 Enlace: Clic aquí.



Enlace: Clic aquí.

lunes, 14 de septiembre de 2015

Imágenes y poesía (XI)

Y LOZOYA (Ya llega el otoño...)


Sol de poniente
y abrojos del camino.
La vida sigue.