martes, 1 de noviembre de 2016

LA POESÍA NO ESTÁ REÑIDA CON LA PSICOLOGÍA

Búsqueda y desarrollo del talento. La genialidad de lo imperfecto, de María Ángeles Chavarría Aznar. Ed. ESIC. Madrid, 2016.

Un libro recomendado para estudiantes, padres, profesores y profesionales… para todos aquellos que quieran saber más sobre el talento, sobre su talento.


Este libro es una herramienta para descubrir nuestras posibilidades de mejora y de superación. Del título “Búsqueda y desarrollo del talento. La genialidad de lo imperfecto”, lo que más me gusta es la segunda parte: el reconocimiento de nuestras limitaciones como punto de partida. Ya lo dice la propia autora: En la imperfección se encuentra la diferencia, la rareza, la originalidad. Y, paradójicamente, es esa imperfección, «perfeccionada» con entrenamiento e ilusión, la que configurará un talento único que nos convierte en seres irrepetibles.

Tras el estudio de conceptos básicos relacionados con el talento, como son las inteligencias múltiples, las competencias, las habilidades, las capacidades… María Ángeles Chavarría nos propone la posibilidad de conocernos a nosotros mismos desde un punto de vista muy positivo: ¿En qué somos únicos?, ¿En qué nos diferenciamos?, ¿Qué sabemos hacer bien?, ¿Qué nos apasiona?...

Más adelante, aborda el estudio del dilema eterno: El talento ¿nace o se hace? Lo más importante de este asunto es saber que podemos heredar el talento, nacer hábiles, pero ese talento tiene que mantenerse activo y debe ejercitarse. En el siguiente capítulo nos plantea “Requisitos para que el talento surja y se ejercite”, de los que destaco estos dos: creer en uno mismo y estar dispuesto a equivocarse.


Continúa María Ángeles Chavarría exponiendo las implicaciones que la sociedad tiene en el descubrimiento y desarrollo del talento: padres, maestros, empresas…

Uno de los capítulos finales está dedicado al estudio de métodos para la detección del talento: según los rasgos de la personalidad, la morfopsicología, lenguaje corporal o el funcionamiento neurolingüístico de nuestro cerebro.
El último capítulo es una exposición de “personas que descubrieron su talento y persistieron”, donde aparecen desde el disléxico Tom Cruise hasta Leonardo da Vinci con su déficit de atención superado.

Todo el libro está lleno de oportunas citas de autores, pero lo que más me ha llamado la atención es el poema de Julia Conejo Alonso con el que María Ángeles Chavarría inicia el libro:

Elogio de los tirafondos

En todas las familias
hay alguna cuñada, tía, prima
que sabe qué hay que hacer exactamente
cuando un bebé no deja de llorar.

Alguien a quien se llama siempre
para arreglar un grifo que gotea,
para cambiar un enchufe en mal estado,
para ensanchar un vestido que no nos sirve,
para peinarte con un recogido
antes de ir a una boda.

Alguien que viene a tu casa
y te pide que le dejes unos tirafondos
para ayudarte a anclar la estantería,
sin sospechar que si le sacas
la caja de herramientas
es porque no tienes la menor idea
de lo que es un tirafondos.

Tú también tienes tus habilidades:
podrías recitar el soneto XXIII de Garcilaso
o exponer el análisis sintáctico
de cualquiera de las frases
que se obsequian en una conversación.

El otro día te llamaron
para preguntarte si el verbo prever
se escribe con una sola e
o con dos.
Y te sentiste tan imprescindible,
tan llena de sabiduría utilitaria,
como si hubieras colocado sin ayuda
los tirafondos de todos los armarios
que en el mundo han sido anclados
a pared alguna.

                            (Julia Conejo Alonso, de “Peces transparentes”)

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