Ha llegado a
mis manos La voz desnuda de Susana
Diez de la Cortina Montemayor (Ed. Manuscritos), un poemario que recoge tres momentos distintos
de creación.
La primera parte, A cielo
descubierto, consta de una veintena de poemas en los que la voz lírica se
sitúa frente a un paisaje ideal, neutro, absoluto, donde el sentimiento, el
instante vital capturado –en un abrir y cerrar de ojos, en un fluir de
palabras– y la reflexión intimista, sobre todo, se funden y trascienden
directamente al lector:
Crepúsculo
Suena en el
río la luz
y en la luz
canta el agua
la llama arde
en la sombra
la oscuridad
refulge:
ven, pájaro
tristísimo de los atardeceres,
zambúllete en
mi dicha crepuscular, y vuela.
La escena
poético-contemplativa del primer bloque parece desarrollarse A cielo
descubierto –como sugiere el título del mismo–, un cielo bajo el que
predomina la luz como personaje principal: La
luz bebe en los charcos los últimos destellos / de las gotas caídas como
helados puñales; un cielo que resulta
ser testigo del paso del tiempo: la
delicada flor de los cerezos tiene / contadas ya las horas de sus pétalos;
y un cielo íntimo y personal que Susana Diez de la Cortina nos descubre:
A cielo descubierto
Cielo que me
protege, cielo abierto,
todo lo que me
gusta mirar en ti lo hallo,
lugar donde
conviven la luz y la palabra,
donde el
pájaro es pájaro, donde la nube es nube,
donde está
contenido lo distinto en lo mismo,
el lugar que
ha elegido mi amor para volar
en alas de mi
anhelo hacia ti, cielo mío.
En esta
primera parte también aparece el poema que da título a todo el libro, un canto
a lo sencillo, desde una perspectiva vital y comunicativa:
La voz desnuda
Nuda la vida
y mudas las
palabras.
Sin ropas ni
sonidos,
la esperanza.
El segundo
poemario que incluye esta obra de Susana Diez de la Cortina se titula Corazones
blindados, un largo recorrido en torno a la pasión y a las emociones personales
que salen a flote en cada uno de sus versos.
La autora
inicia su andadura con un poema titulado como el segundo libro y que sirve
de prólogo para recapacitar sobre la condición humana:
Corazones blindados
Caminamos por
sendas donde el recuero es polvo
–reseca espuma
del pasado–
donde los
hombres llevan en el pecho
caparazones de
tortugas muertas.
Del poso
amargo de la vida emerge
sólo lo que no
duele, la memoria
es la que
blinda nuestros corazones:
conchas duras
por fuera. Y vacíos por dentro.
Todo este
volumen es un periplo reflexivo alrededor del amor y del desamor:
Como una rosa
Como la rosa
floreció un
amor.
se deshojó
también
como la rosa.
La naturaleza
vuelve a ser alidada del yo poético: Tu
amor fue como el musgo / sobre el alma; o: fuiste solamente otro hierbajo / de mi mente febril y enajenada…Solo
con leer los títulos de los poemas que componen este segundo apartado, nos
damos cuenta del poliedro temático que la autora nos disecciona verso a verso:
“Amor en sombras”, “Amor temido”, “Amor no satisfecho” “Amor recíproco”, “Amor
planchando”, “Amor vengativo” “Negación del amor”…
El amor recorre
caminos sublimes, como el que surge de este poema:
Amor bajo la lluvia
Después de los
abrazos
bajo la lluvia
el amor
cala.
O atraviesa lugares tan reales como los que afloran en “Obsequio”:
Odio la
sordidez de los sucios moteles
donde habrás
de quererme, con cercos renegridos
en los
interruptores de la luz, colchas rojas […]
el rancio olor
de aquello que nunca soñaríamos
que pudiera
albergar un amor como el nuestro.
En medio de
este tránsito de impresiones apasionadas, emerge un islote de especulación
metapoética, un texto donde el yo poético desgrana sus intenciones creadoras:
Soberbia
No me conformo
con mirar las cosas:
yo quisiera
alzar torres de canciones,
anegar ese
patio de cemento que veo
con frases
como ríos inextinguibles,
calles de
palabras
con las que ir
de mi casa hasta las vuestras,
quisiera
levantar cada
cosa caída con un verbo,
ser yo misma
una resonancia…
Pero tampoco
es eso
ni quiero
conformarme con escribir así:
lo que quiero
es la llama que hace saltar el brillo de la vida,
lo que quiero
es el fuego,
lo que quiero
es arder.
Con Aires somontanos como título, termina
esta trilogía. Retoma la autora los caminos introspectivos del amor-desamor,
apoyada en los recuerdos y rodeada de una naturaleza cómplice y simbólica,
como en el primer poemario:
Humo
El calor de tu
cuerpo
contenido en
un soplo
vibra intenso
en el aire,
fecundando el
deseo;
disipada la
nube
de humo, su
recuerdo
queda solo en
las yemas
heladas de tus
dedos.
Todo un
hallazgo poético encontrar este libro, que es un regalo para los amantes de la
poesía; con un discurso lírico alejado de complicaciones estilísticas, pero
capaz de llegar directamente al lector mediante un cuidado desplazamiento de
significados que crean en el receptor un paisaje metafórico rico y variado,
apoyado casi siempre por unos elementos del entorno natural que actúan como aliados
estéticos:
Amor de piedra
Deja la dura
roca
al blando
musgo
colonizar su
superficie árida
para mostrarse
tierna,
incluso
fértil:
la cara amable
de la oculta piedra.
Tu amor fue
como el musgo
sobre el alma
baldía de tu
amante, su careta
mullida y
protectora.
Nunca olvides
que el agua
que te nutre es la que a él,
impermeable a
todo,
le resbala.
¡¡¡Libro recomendado!!!
ResponderEliminarMuchas gracias por la amabilísima recomendación. Un abrazo.
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