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miércoles, 25 de noviembre de 2015

Tinta y lejía para Lanzarotes

Estos son unos magníficos trabajos que han hecho los alumnos del Bachillerato de Artes del IES Príncipe Felipe de Madrid. Su profesor, Luis Riomoros García (reconocido artista plástico) ha realizado una actividad en su asignatura interpretando unos versos de mi poema «Lanzarotes»:

Negra tierra, Lanzarote austero,
vómito volcánico de turistas,
colonizadores de pensión completa. [...]
Petrificada en olas de lava, isla afortunada,
resurges tropicalmente verde y ocre,
tras una mala digestión magmática.

La técnica empleada es tinta y lejía.

Desde aquí les agradezco a todos su excelente labor y la ejecución tan acertada.






lunes, 23 de noviembre de 2015

Otelo - Otoño

Soy Otelo,
voluble fruto de otoño,
vestido con túnica negra.

Guardo en mis entrañas
el rojo amor a Desdémona
y, cristalizando en mi corazón,
pequeños diamantes de celos. 


miércoles, 18 de noviembre de 2015

Tertulia Literaria Hispanoamericana Rafael Montesinos (1712ª)

Tertulia Literaria Hispanoamericana

Rafael Montesinos

Curso LXIII (2015-16)
Sesión 1712ª


La Directora de la T. L. H. Rafael Montesinos, Marisa Calvo, inaugurando el curso:





Presentación del acto: Rafael Montesinos




Tema: Poesía y Pintura.

Leen un poema de lírico y plástico interés:


1 Rafael Soler:


2 Federico Leal:


3 José Luis Morales:


4 Alma Pagés:


5 Francisco Caro (Maxi Rey): 


6 Pedro A. González:


7 Dusica Nikolic:


8 Pepe Rubio:


9 José Cereijo:


10 Juana Vázquez:


11 Aureliano Cañadas:


12 Luis Fores:


13 Iván González:


14 Marcos Parajuá:


15 Manuel Quiroga:


16 José María Prieto:


17 Rafael Morales:


18 Miguel Losada:


19 Aarón García Peña:


20 Eugenia Motilla:


21 Jesús Urceloy:


22 Jaime Alejandre:


23 Julio Santiago:






























viernes, 13 de noviembre de 2015

Presentación del libro «ALPHERATZ» de Jorge Castro

Ayer, jueves 12 de noviembre, Jorge Castro presentó, en la Casa del Libro de la calle Fuencarral de Madrid, Alpheratz, su reciente libro de poemas publicado en la Editorial Poesía eres tú. El acto fue conducido por el poeta y periodista Rodolfo Serrano, quien explicó las características de la obra de Jorge Castro, como nueva y excelente voz de la poesía actual, y leyó algunos de sus poemas. Después hubo un "mano a mano" entre Ricardo y Jorge recitando varios textos. El acto terminó con las canciones que el autor interpretó (magníficamente) y que estaban relacionadas con sus poesías.



Jorge Castro y Rodolfo Serrano en el momento de su intervención.


Rodolfo Serrano recitando.


Jorge Castro recitando.


Jorge Castro y Rodolfo Serrano preparando su intervención.




Rodolfo Serrano recitando Como un árbol caído.

Como un árbol caído

Como un árbol caído,
haciendo leña de sus propias ramas.
Como un camino al olvido
lleno de sombras y palabras gastadas.
Como la noche,
el vacío recubre las horas de esta madrugada.
Como el silencio,
cautivo, preso en el tiempo de una voz apagada.
Como el viento en la tormenta
el mar sacude con violencia sus manos cansadas.
Como después de la niebla,
sus aguas tras la locura tornan a ser mansas.




Jorge Castro recitando Amarga lloraba la luna.

Amarga lloraba la luna

A Federico García Lorca

Amarga lloraba la luna
sobre sábanas de plata.
De amapola vistieron su cuerpo,
sin sangre quedaron las barcas.

Se oyó un disparo. Después, silencio.
Temblorosa la nieve avanzaba
tejiendo de blanco los yugos,
durmió en la escalera del agua.

¡Traed un caballo de nubes
con su galope de nata!
¡Dejad que corra hasta el río,
dejad que beba del alba!

Mataron a su jinete
y con el alma ensangrentada
murieron de pronto las madres
en las calles de Granada.

No permitan las alondras,
(batiendo sus atas de nácar)
que sueñe más la serpiente
que envenenó ta cebada.

Por ninguna calleja del aire
permitieron que anidaran
ni los mirlos, ni las sombras,
ni el vuelo de las guitarras.

Amarga imploraba la luna
dejando su tez en la espada.
Los filos de todas las hoces
tras los jazmines brillaban.

Aliento gris de barrotes,
marchita la luz anhelada,
llevaba clavada en los ojos
cien mil lirios de Granada.





Rodolfo Serrano recitando Lugar de pasoJorge Castro cantando.


Lugar de paso

El aire está lleno de sombras,
recuerdos de tantos caminos olvidados.
Triste montón de piedra
que ves pasar tu exangüe vida
entre razones peregrinas.
Triste lugar de paso
donde nadie habita salvo tu viejo retrato,
Esperas que el silencio
se cubra de hogueras y señales,
pero has visto tanto desde la atalaya del tiempo
que sabes que incluso yo también
he de seguir mi camino.

Ya se marchan las nubes
que te coronaron de agua y ceniza,
ya se marchó el viento.

Yo me voy alejando,
tan solo queda un poema
y el recuerdo haciéndose distancia

a través del gris asfalto.


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lunes, 9 de noviembre de 2015

«POEMAS DE AMOR PARA PSICÓPATAS», de Antonio Montoya

     Y en aquellos tiempos, Charles Bukowski se apareció en sueños a Antonio Montoya y le susurró al oído: 

–Este es mi poema escrito para ti:

«¿ASÍ QUE QUIERES SER ESCRITOR? 

Si no te sale ardiendo de dentro,
a pesar de todo,
no lo hagas.
A no ser que salga espontáneamente de tu corazón
y de tu mente y de tu boca
y de tus tripas,
no lo hagas...»




     Y Antonio, inspirado y responsable, decidió publicar «Poemas de amor para psicópatas», porque le salía de dentro... y ardiendo.

     Aunque el libro se divide en tres partes distintas, en todas ellas aparece una voz desgarrada, indómita y algo granuja que juega con las palabras, con los espacios en blanco y con los silencios. Las letras de los poemas se enfatizan, se colorean -de rojo- o suben y bajan en las estrofas como ascensores o como palabras-escaleras mecánicas. Pero el juego también se extiende al lector. Una vez tomada la confianza suficiente, se atreve a proponer pasatiempos poéticos, crucigramas de amor, insólitas instrucciones o líricos anuncios publicitarios.

     Todo este mundo lúdico contrasta con la palabra dolorida que retrata a un personaje encerrado en un mundo preestablecido del que quiere salir en muchas ocasiones:

Caminamos todos por un mismo camino,
desde el mismo punto de salida,
hasta la misma línea de meta.
El código está establecido,
el orden fijado.
No te salgas de la fila.
Marca el paso.
Nace
crece
reprodúcete
muere.
Guarda las formas

O no

     Esta es la introducción al segundo bloque, pero resulta ser la melodía que se va a oír durante toda la obra.

     La primera parte, EL IMPERIO, tiene una estructura envolvente. Parece que nos hallamos ante las meditaciones de un diario íntimo, expresadas de un modo directo, como una poesía-bala que impacta a la primera y que no es necesario releer para sentirse herido. Aparece el reproche a la injusticia, al inmovilismo social y se aprecia la rebeldía contra lo establecido:

No lo jodas ahora todo
con palabras.

     Es importante destacar que muchos de los escenarios donde tienen lugar los acontecimientos parecen extraídos del cómic o del cine negro. Las calles de la ciudad, la noche:

noches negras
como un túnel
de bocas que se besan.

     Con sus prostitutas y sus gentes del hampa:

El hombre de la
esquina
vende la felicidad
en luminosas dosis blancas
y lleva un reloj tan caro
que hace que el tiempo se pare.

     Los interiores suelen ser dormitorios para el culto al sexo o habitaciones con una televisión que provoca o que es testigo mudo de la dura realidad.

     Algunos de los poemas, como "Escalera al infierno" (como un remedo de Escalera al cielo de Led Zeppelin) recuerdan al malogrado Miguel Ángel Velasco en su poemario La miel salvaje donde aparecen estados visionarios propiciados por alucinógenos.

     Aunque no hay referencia musical explícita en los versos de Antonio Montoya, al lector parecen rondarle cuatro cantautores que bien le podrían poner banda sonora a este primer bloque:

A la gente que habita esta zona
la poesía parece que les estorba... 
Enrique Bunbury

Me tocó crecer viendo a mi alrededor paranoia y dolor,
la moneda cayó por el lado de la soledad (otra vez)... 
Andrés  Calamaro

No será fácil, viajar a mi lado
dejo huella y cadáveres a mi paso...
Loquillo

Si ya nadie me espera es una cinta sin fin
solo me consuela tu piel.
Rosendo

     La incomunicación que expresa el poeta en los versos de esta parte inicial es recurrente. En algunas ocasiones parece agarrarse al salvavidas que le ofrece el amor, pero no llega a estar claro si puede eludir el peligro, porque la muerte ronda por todas la esquinas de los poemas. Y los cuchillos y las pistolas se encargan de recordarnos que no es amor todo lo que reluce...

     Presentado este panorama, es mejor pasar a la lectura detenida de los cuarenta y seis poemas que constituyen EL IMPERIO


     Pero antes, no me resisto a poner un decorado, aunque soy incapaz de elegir entre dos opciones. Una de ellas pertenece a la saga Blacksad de J.D. Canales y J. Guarnido, que no necesita comentarios: 



La otra es una curiosa casualidad: un papel pintado que se vende por Internet y que tiene muchos ingredientes de la obra de Antonio Montoya, incluidos el negro y el rojo...

 Papel pintado. Catálogo Versalite. Modelo Cómic 40s de DansLemur.

"Quién no se rinde al encanto de un callejón oscuro
y la expectativa de una puñalada certera
                                  justo en medio del alma."

Y para finalizar este apartado, La estación, un poema solitario, donde el alter ego parece entablar conversación consigo mismo. Es como si se mirase ante dos espejos paralelos, donde el reflejo de uno mismo se repite hasta el infinito...  para ver la muerte, la soledad, la luz del sol que apenas atraviesa los barrotes de las nubes de invierno.

La estación

Puedo marcar el paso
tal y como está establecido.
            Las medallas que ves
            las he ganado pisando la cabeza
            de gente como tú.
Las flores del jardín
esperan tu regreso,
melancólicas y abatidas.
La luz del sol apenas atraviesa
los barrotes de las nubes de invierno.
            Ya nunca sonríes.
            Los labios son grises
            y están torcidos.
Solo el rojo intenso
que salpica la pared
se acuerda del color
de tus mejillas,
cuando todavía el cielo
            era azul
y tus dientes eran luces
alumbrando la oscuridad.
Las avenidas persisten en su ausencia,
            y hay muertos sentados en los bancos
   de los parques que frecuentabas.
Ella ya no llora por ti.
Y su boca se entrega
            a los juegos que dominaba
                        en otros cuerpos.

Mejor la muerte
que  te ofrezco.

Mejor la noche fría
como un látigo
mortificando tu carne.

No escapes con tu mente.
Permanece aquí a mi lado.
El dolor es un paso hacia el conocimiento.
            El miedo es la antecámara de la fe.
                        Eres mío.
Yo soy tu muerte y tu resurrección.
Tu sangre manchando mis manos
            es el signo de nuestra unión.
Quizás mañana no amanezca.
   Y tengo la esperanza
de que quizás ya no te importe
            si amanece mañana
                        o no.


     En DIRECCIÓN PROHIBIDA, segundo bloque poemático del libro, con sesenta y cinco propuestas, han cambiado las circunstancias. El escenario vuelve a ser el mismo, pero visto desde fuera. Es un narrador-observador poético quien analiza el mundo que le rodea empleando malabarismos discursivos y verbales con dos vertientes principales: una social, con tintes satíricos y otra más íntima, aunque manteniendo un tono severo. Sirvan de muestra estos tres poemas:

Huellas

Está la farola
que arroja luz
sobre la fachada de tu casa.
El parque
de arena y cemento
y esos niños de barrio
con sus madres de barrio.
Hay nubes
y coches,
y viento.
Está la bodega
y el supermercado.
y un pequeño perro
cojo
guardián de esquinas
y paradas de autobús.


Anillos

Hay siempre una promesa
un compromiso
una deuda contraída.
La palabra dada
la permanencia
de lo efímero.
Todo está escrito
en el dorso
junto a la piel
del dedo
en la mano
de esos anillos
comprados
en tiendas de amor
y material penitenciario.


Piedras

Me duele el zapato
y hasta el pie
de tanto caminar
y caminar tanto
con este 45
cuando en realidad
y con motivo de la unificación europea
mi número es un 46.

Lo siento caballero
pero del modelo
de los lacitos
en el empeine
y en color burdeos
no nos queda su número.
Calza bastante
este fabricante
no obstante.


     Finalizan el libro una veintena de poemas agrupados bajo el título de HABITACIÓN VACÍA. Textos aún más críticos e introspectivos, pero no por eso carentes de amor y de humor:

Poemaseis

Solo una palabra
queda.
Puede ser
adiós,
Puede ser
ven,
Quizás sea
tal vez.
No, porque son
dos palabras,
y porque no hay sitio ya
en esta relación
para tanta
incertidumbre.


Poematrece

También es mala hostia
no haberme dado cuenta
del número del poema
antes de haber empezado
a escribirlo.
Ahora entiendo
por qué al ir a levantarme a por un jodido folio
he tropezado con la pata de la jodida mesa
y he ido a parar con mi jodido cuerpo
al jodido suelo
clavándome el jodido bolígrafo
que llevaba en el jodido bolsillo
de la jodida camisa
justo en medio de mi jodido corazón.
Ahora de todas formas,
ya desangrado y muerto
sobre el jodido suelo y todo ese rollo,
tampoco me importa demasiado.


Poemaveinte

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Tipo:
Volverán las...
o
¿Y tú me lo preguntas ...
Me gustas cuando...
Viento en popa...
Sucede que me canso...
Ríete siempre...
Mas polvo enamorado...
Se querían, sabedlo...
Caminante, no hay camino...
¿Es que no estás enamorado/ada?
¿Pretendes decirme, Katy Escarlata,
que la poesía no significa nada para ti?
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     Nos encontramos ante un poemario de Antonio Montoya que se podría enmarcar dentro de los territorios neorrealistas del ya citado Miguel Ángel Velasco, del joven Alfonso Gómez Aguirre o del consolidado Roger Wolfe, donde el realismo social se hace denuncia y el intimismo confesional desemboca en la reflexión, pero con algún matiz nihilista. Se trata de un mundo real deformado, al más puro estilo expresionista, en el que una voz desnuda muestra, desde una postura subjetiva, las miserias del ser humano y de su mundo circundante.