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lunes, 25 de junio de 2018

"Abedules, contra las nubes claras", de José Manuel Suárez



     Abedules, contra las nubes claras, de José Manuel Suárez, es una recopilación de paisajes interiores, de reflexiones líricas y de panorámicas vitales modelada a base de versos entrelazados con hipérbatos que tejen una urdimbre de palabras precisas, de versos evocadores.

     Dividido en tres partes, son escasas las diferencias que se aprecian entre ellas. En la primera, titulada “En mi lugar bajo los abedules”, el interés del poeta se dirige hacia los caminos paralelos que recorre a lo largo de la obra: el universo personal y el itinerario de la vida cotidiana. Pero siempre bajo un prisma diferente, desde una perspectiva creativa y especuladora:

TORMENTA

En la televisión nombres y nombres
de la gran ambición. Truena el dinero.
En la mañana la tormenta ardiente
quebró la calma buena que buscaba.
Oro limpio, los trinos en la tarde
buen salario me dan, que yo atesoro,
con que pagar el pan de mi posada.     


     José Manuel Suárez asume la conocida dialéctica entre razón y corazón: Se goza en el silencio el corazón; / la razón vocifera. ¿Cuándo, paz? Y se alía con la Naturaleza para expresarlo:

NIEVES, CUMBRES

En vecindad aciertan a crecer
con una misma fe muros y ramas,
abrazada la yedra al viejo roble.
Se apoya el corazón en la pared
de piedra en pie que siempre le ha esperado.
Desde todas las nieves que vinieron,
los ojos van hacia lejanas cumbres.     


     En el segundo bloque (“Qué mano en este sitio me ha tomado”), el autor vuelve la mirada hacia sí mismo y ve sus orígenes: No vengo de un lugar sino de ti […] De aquí vengo […] De donde un alba vengo; recorre rutas: Del valle hacia las cumbres de poniente volví…; se siente acompañado: Y tú, mi aliado… || cavando voy contigo dentro de un túnel…; y recuerda el pasado: He vuelto a mis veredas y cercados, / a mis águilas altas en sus peñas.

LLEGO A CASA

Del sur están viniendo gruesas nubes;
calmarán el calor de muchos días.
Tamborilean en veloz carrera
sobre las hojas las primeras gotas.
Me gana el aguacero, llego a casa.      


     El apartado final, titulado “Lo que me tiene atado a ti”, retorna a la especulación introspectiva: Me lamentaba yo de no ser visto, / yo que tanto me he ocultado siempre... / Gocé mi soledad entre zozobras; vuelve a la contemplación del paisaje: Mariposas azules, amarillas, / se apoderan del campo flor a flor; / en laboriosa eternidad su día; y persiste en la invocación –y evocación– del otro: Te miro a todas horas. Te escuchaba / en la casa vacía de tu voz.

Y ENTONCES TÚ

Esta obsesión muy mía de no estar,
no siendo enteramente de este mundo,
sediento de un saber en el desierto,
vaciando de abalorios los abrazos...
No saciada intención. Y entonces tú.


     La obra de José Manuel Suárez comienza y termina con citas de Luis Cernuda y bien parece que haya sido su maestro y modelo en muchos de sus poemas. Cito a continuación algunas características observadas en el peculiar estilo poético de Suárez:  


– Capacidad para crear "instantáneas poéticas", breves textos que describen momentos sencillos, de gran emoción y de puro sentimiento:

DESPEDIDA

El joven jilguerillo en lo más alto
se ejercita en su canto primerizo.
Repite el mismo trino muchas veces,
improvisando breves variaciones.
Sus padres, más abajo, se despiden.


­– Uso de la evocación intimista, trascendente, en comunión con elementos de la naturaleza:

ACACIA

La brisa con la acacia conversando,
cosechando sus flores las urracas...
Harina para un pan que yo amasaba. 


     Están muy presentes, a lo largo del poemario, dos periodos concretos del día: el amanecer, instante para el nacimiento a la luz, para la vida nueva de cada día... Me asomo a la ventana: el sol me hablaba…

NO TE VAYAS

La niebla, diligente en su tarea,
del hollín de la noche está limpiando
la ladera del monte frente a casa.
Salgueros, abedules, los castaños
emergen de las sombras lentamente,
suben más alto, ya se dejan ver.
Llaman al sol: ven, vuelve, no te vayas.

     En este poema podemos observar también dos circunstancias recurrentes en el resto del libro. La primera es la niebla –que generalmente tiene lugar en la mañana­–: La niebla, diligente en su tarea, / del hollín de la noche está limpiando / la ladera del monte frente a casa. La segunda es la presencia de árboles y elementos vegetales como aliados líricos: perales, acacias, abedules –que aparecen en el título del libro–, yedras, abetos, brezos, aulagas... 

     El atardecer es el otro instante del día que surge reiteradamente en los versos de José Manuel Suárez, bien sea asociado a un sentimiento: la luz se acaba con melancolía, bien como testigo directo de las sensaciones del yo poético: En el atardecer, un alto cielo; / últimas llamas son, y el primer frío. || Tú, tan inquieto en las tranquilas tardes.


– Creación de pasajes cargados de intenciones espirituales, de sobriedad y modestia que llevan al éxtasis ascético:

EN MI LUGAR

Qué habladora la piedra si estoy solo.
Del valle, al fondo, el eco ya apagado
de urgencias y trabajos, sierras, coches.
En la mies mil aromas me amparaban
en mi lugar bajo los abedules,
mientras el sol con laborioso celo
dispersaba la niebla en la mañana.
Me anclaba yo en mi puerto, tierra adentro.
Después de un tiempo me perdí en el mar. 


– Empleo de textos que se estructuran mediante la economía de la palabra, donde lo que no se dice, los términos ausentes, cobran importancia, sugieren...

CUANDO HERIDO

Al aire que habitabas elevarme;
del sol en que venías encenderme.
A veces el silencio, una alambrada
de púas oxidadas hacia el hueso.
Mas hoy me venda y cura las heridas.
Del valle hacia las cumbres de poniente
volví por el sendero que subía.  


VELO

Ya no mirar lo que se viera bien
para ganar el día con los ojos...
Solo el velo que cubre desvelaba.  


     Y, a continuación, algunos de los poemas que han llamado mi atención especialmente, con una breve explicación del motivo por el que han sido elegidos:

HOY, AYER

Un poco de sol, hoy, que es viernes santo,
tras muchos días entenebrecidos;
iguales horas de hace muchos años
ante la casa, el prado, la montaña.
Un viernes santo de silencio en luz. 

     Se trata de un éxtasis contemplativo como venero del que rezuman sentimientos, ideas y reflexiones. Texto que posee una disposición aparentemente desorganizada en sus versos, con palabras ordenadamente caóticas –transposiciones–.


TORMENTA

En la televisión nombres y nombres
de la gran ambición. Truena el dinero.
En la mañana la tormenta ardiente
quebró la calma buena que buscaba.
Oro limpio, los trinos en la tarde
buen salario me dan, que yo atesoro,
con que pagar el pan de mi posada.   

     Excelente traslación de la dura y vulgar realidad a planos sublimes de la lírica contemplativa.

                                   
MIRO, ESPERO

Un claro corazón, lo más difícil,
y ha de ser lo más fácil de alcanzar,
dejándose atrapar sin resistencia.
Que vengan los ejércitos del alba
desplegando las tropas. Ya la mesa
tengo dispuesta. Les invito a entrar.
No tienen que llamar. Miro y espero. 

     Lenguaje de actos consumados. Palabras que reflejan una realidad paralela, absorta, llena de imágenes sensoriales, de sentimientos a flor de verso.


FINAL DEL VUELO

Torturantes  mentiras de este tiempo
me taladran de alturas imprudentes.
Si el vuelo en el que voy llevara al nido
donde me abrigue su calor constante,
las alas a más vuelos cerraría.

     Los versos más importantes, a mi entender, de toda la obra. Es una aspiración sublime de trascendencia, un deseo de superar las etapas terrenales para que el espíritu se libere de ataduras (mentiras).


EN MI LUGAR

Qué habladora la piedra si estoy solo.
Del valle, al fondo, el eco ya apagado
de urgencias y trabajos, sierras, coches.
En la mies mil aromas me amparaban
en mi lugar bajo los abedules,
mientras el sol con laborioso celo
dispersaba la niebla en la mañana.
Me anclaba yo en mi puerto, tierra adentro.
Después de un tiempo me perdí en el mar.

     Muy relacionado con el poema anterior.


ATADO A TI

Lo que me tiene tan atado a ti,
apenas perceptible entre las hojas
de abedules contra las nubes claras
moviéndose a sus anchas en la brisa.
Mi abundante cosecha de recuerdos.

     Poema del que surge el título del libro, un resumen de los anhelos y recuerdos, un paisaje vivo, perenne, paradisíaco, íntimo y exclusivo.

     Gran libro que produce sensaciones de plenitud. Poesía en estado puro  para amantes de la lírica trascendente, ligera de equipaje, pero cargada de significados.



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